miércoles, 31 de julio de 2019

El bibliotecario


El bibliotecario era el más anciano entre los monjes de aquel monasterio. Cuidaba a sus hijos, los libros, vástagos que nunca había engendrado, como si fueran parte de él.

Asió con mimo los dos últimos legajos, sus predilectos, dos tomos encuadernados con placas de marfil e incrustaciones de metales preciosos, y avanzó trabajosamente por el lúgubre pasillo de piedra. Atestadas estanterías se alzaban a ambos lados hasta el techo, tanto en el pasillo principal como en una infinidad de otros más estrechos que se ramificaban formando un exuberante árbol de conocimiento.

La vela cual alma del farol estaba casi tan consumida como su portador, que caminaba cojeando guiado por la tenue y titilante luz, disolviendo sombras a su paso y revelando un tesoro de incalculable valor.

El anciano llegó a su destino, colocó con esmero los tomos en su lugar designado  y regresó hasta el punto de partida. Allí se recostó sobre un improvisado jergón esperando a que su fiel compañero, el casi extinto farol, exhalara también su última luz. 

No había prisas, acabada ya su tarea. La biblioteca estaba sellada y oculta de las hordas invasoras. Permanecería intacta y silenciosa, preservando su saber hasta que alguien digno la encontrase.

martes, 30 de julio de 2019

Alzamiento


¡Temblad malditos! Nos habéis esclavizado durante siglos. Nos habéis utilizado según vuestros caprichos. Hemos servido como esclavos domésticos, hemos llevado vuestros mensajes de acá para allá, e incluso no contentos con todo esto, nos habéis dado caza e incluso consumido.

Pero, ¡ha llegado la hora de levantarse! Nos hemos reunido en secreto, forjando alianzas, conspirando delante de vuestras estúpidas narices. Habéis sido tan miopes y cortos de mente que no habéis reparado en nuestro creciente número. Poco a poco nos hemos infiltrado en vuestras ciudades y nuestras células de rebelión han crecido tanto en número como en miembros.
¡Nuestra ira será terrible! Y lo más importante, ¡nadie estará a salvo al aire libre! No haremos distinciones: niños, mujeres, ancianos… Todos sois culpables de los execrables crímenes de vuestra sociedad.
Llenaremos los cielos de tal modo que pensaréis que ha caído la noche y todos sufriréis nuestra ira. Nuestra rabia. Por todos los compañeros caídos durante siglos.
Ya es casi la hora. -¿Está lista mi hueste? ¿Estáis todos preparados para asestar el golpe que se merecen?
-¡Sííííííí!
Bien, atronador. Justo como esperaba de mis fieles tropas.
-Entonces, ¡seguidme!
Nos dirigimos volando a los objetivos elegidos, el resto de células saben dónde tienen que atacar.
-¡Adelante, mis camaradas palomas! ¡El parque es nuestro! ¡Que no quede una sola cabeza de humano limpia! ¡En adelante conocerán este día como el de nuestro alzamiento!