¡Pam! El
portazo puso fin a la última página de nuestra relación con tajante sonoridad.
Cayó de repente la noche sobre mí, tanto tiempo temida, tanto tiempo retrasada.
Tanto tiempo sorteando las piedras del camino con el viento en contra,
intentando tocar el cielo con las manos mientras navegamos a la deriva en un
mar de dudas. Pero cuando menos lo esperas un gato negro se cruza y lo echa
todo a perder.
Cuando el
nuestro cruzó, el fuego de la chimenea llevaba tiempo extinto, el frío dominaba
nuestra casa y la felicidad era una fotografía en tonos sepia, arrugada y
deteriorada.
A menudo
intenté ponerme en sus zapatos, pero la ventana a su mente era reducida,
esquiva y acorazada.
Si no
hubiese metido su nariz en mi portátil, tal vez no hubiese habido portazo, más
tiempo añadido a tanto tiempo perdido.
Jugando con figuras simbólicas, se nota que he salido de mi zona de confort.
ResponderEliminar