−¿Otra
vez? ¿Es que esos humanos no tienen límite? –dijo el vicecomisionado para el
Brazo de Orión, Región Kral, agitando nerviosamente sus tentáculos.
−Creo
que con esta van cinco veces en este ciclo, señor−añadió el gerente del Región
Kral, sistema estelar Sol, mientras fijaba su único ojo en la pantalla –. Estos
bárbaros individuos no paran de enviar chatarra al resto de cuerpos de su
sistema estelar. ¡Incluso están enviando artefactos mecánicos autónomos al
cuarto planeta!
−¡Artefactos
mecánicos autónomos! ¡Inaceptable! Tendremos que programar otra limpieza
completa del sistema, como hicimos hace muchos ciclos cuando aquellos
gigantescos lagartos consiguieron la hegemonía sobre las demás especies.
−¿No sería
mejor contactar con ellos y educarlos, señor vicecomisionado?
−Eso no es
una opción, ya se ha intentado. Unas 2.000 órbitas alrededor de su estrella enviamos
un emisario para tratar de corregir su comportamiento. ¿Recuerda lo que sucedió?
Lo clavaron en unos maderos, lo desconectaron e implementaron un culto a su
persona que continúa hasta el presente, pero sin modificar ni un ápice su forma
de actuar. Apenas pudimos rescatar su cuerpo tres rotaciones después. No, mejor una limpieza completa del tercer planeta.
-Un poco radical, ¿no?
Este relato surgió un día que estaba especialmente jocoso. Poco después lo recuperé y pulí un poquito. Espero que os guste.
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