−Como
le decía, agente, todo ha pasado justo delante de mí. Ha sido pura suerte que
estuviese en ese lugar, generalmente voy en coche a comprar pero lo tengo
averiado y no me ha quedado más remedio que esperar al autobús.
»Pero me
estoy yendo por las ramas, discúlpeme, como puede ver soy bastante mayor y
supongo que son las prerrogativas de la edad.
»¿Por
dónde iba?¡Ah! La parada del autobús. Aunque apenas había gente, estaba justo
delante, ya sabe que si uno no consigue colocarse bien, pueden venir los jovenzuelos y colarse; y si el autobús viene
lleno no queda sitio…
»Sí,
perdone, voy al grano. El todoterreno negro apareció de la nada a toda
velocidad y chocó por detrás del coche blanco, provocando que girase como una
peonza. ¡Como en las películas! Después, bajaron de la parte trasera del
todoterreno dos encapuchados con gafas de sol, tatuajes, cadenas brillantes y
unas armas enormes. Gritaron algo en español que no pude entender y
acribillaron el coche blanco.
»¡No! No
pude ver nada más porque intenté refugiarme detrás del quiosco. No puedo correr
a mi edad, pero debería haber estado allí. Habría ido a gatas si hubiera sido
necesario.
»Escuché
las ruedas de un coche derrapando y cuando me atreví a asomar la cabeza ya se
habían marchado y el coche blanco estaba envuelto en llamas.
»Claro,
claro, por supuesto. Ya tienen mis datos y estaré encantado de volver. ¡Es lo
más emocionante que he visto en años! Gracias agente.
»¿Dónde
está mi bastón? Aquí estás, mi fiel compañero. Si no fuera por ti…
»¡Gracias
por abrir la puerta! Muy amable señorita. ¡Menuda escalera! Para mí bajar a la
calle es como para usted descender de una montaña. ¡Gracias… de
nuevo…!Disculpe… me quedo… sin aire… por el esfuerzo…
»No hace
falta que llame un taxi. Ya me encuentro mejor. Caminaré hacia el parque y
desde allí cogeré el autobús hasta mi casa. Gracias de nuevo.
»Vamos, un
pasito tras otro. La gente ya no se fija en viejos como yo. Un poquito más y
llegamos al parque.
»Aquí, al
final llegamos. Un banco a la sombra y parece que nadie nos ha seguido. ¿Dónde
está el dichoso teléfono? ¡Es tan pequeño que apenas se ve! Aquí estas, trasto
diminuto.
»A ver.
Palmer, Pasquale… ¡Aquí está!
»¿Signore Pazzi?
Está Hecho.
»Sí, tal y
como ordenó, he dicho a la pasma que fueron los chicanos.
»Grazie
signore Pazzi, siempre a su servicio.